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¡Vacaciones!

Os lo había anunciado al principio de la semana y ya están aquí. Me voy de vacaciones. ¡¡Por fin!! No sé por qué me alegro tanto. Todas sabemos que las madres no tenemos vacaciones reales y las que estamos en casa ni siquiera cambiamos de actividad. Las que trabajan también fuera de casa por lo menos detienen su vida profesional (que no la maternal), pero nosotras seguimos haciendo lo mismo. Por lo menos cambiamos de escenario (estar en la playa lo cambia todo, ¿no?), relajamos costumbres y contamos con un mayor apoyo por parte de nuestros maridos.


Pero yo me voy muy contenta. Y no sólo por las vacaciones en sí, también porque las últimas revisiones de mi hijo pequeño han sido muy positivas. Para los que no me seguís habitualmente, mi hijo pequeño nació prematuro y con bastantes complicaciones, pero salió adelante. Bastante más pequeño de lo que indican los percentiles (vamos, que hasta hace muy poco ni siquiera entraba en las tablas), un retraso motor y, durante bastante tiempo, las pruebas auditivas señalaban una avanzada hipoacusia. Ésta última ha desaparecido y las últimas pruebas no dieron problema alguno. Mi hijo pequeño oye perfectamente. Ha podido ser por su propio desarrollo (a veces pasa con los prematuros) o que las pruebas salieran mal a causa de los continuos catarros que ha tenido este invierno. No lo sabemos y casi que da igual. Lo importante es que oye bien.

La rehabilitación va viento en popa. Hace dos semanas ha empezado a gatear. Tiene 14 meses reales y 11 y medio de edad corregida (la que debería tener), así que, aunque lento, va llegando a todo. Hace tiempo ya hablé sobre el ritmo de desarrollo en los bebés prematuros. Va más despacio, pero va, que es lo que importa. La verdad es que a veces ha sido desesperante. Todo el trabajo en fisio y el que hacía conmigo en casa durante meses parecía que no servía de nada. Tardamos cinco meses en que consiguiera hacer completo algo que parece tan sencillo como es girarla cabeza hacia la izquierda. Dos semanas inmovilizado con un respirador dejaron esa secuela. Otros cuatro meses más para lograr el volteo, es decir, que tumbado boca arriba se diera la vuelta y se pusiera boca abajo. Conseguir el volteo supuso un gran cambio para él y enseguida empezó a reptar. Eso sucedió en enero. Desde entonces hasta ahora hemos trabajado en rehabilitación el gateo, la posición de rodillas y ponerse de pie. Lo de ponerse de rodillas empezó hace más de un mes, igual que lo de ponerse de pie. Hace dos semanas comenzó a gatear y hace unos días dio sus primeros pasos (aunque no ha repetido). La rehabilitadora dice que si sigue así a la vuelta de vacaciones nos da el alta. ¿Cómo no me voy a ir contenta si todo el trabajo está dando sus frutos?

Por si fuera poco, en estimulación, después de lo que costó conseguir la plaza en un centro de atención temprana, la psicóloga está asombrada de sus avances a nivel cognitivo y del desarrollo de la motricidad fina. También me ha anunciado un posible alta después del verano, ya que considera que a nivel cognitivo el niño ya ha alcanzado su edad. La cardióloga también le dio el alta definitiva al cumplir el año, así que cada vez va quedando menos de este sin parar de pediatras, neurólogos, cardiólogos, rehabilitadores y enfermeros a los que acudimos de manera cotidiana.

Me voy contenta también con la evolución de mi hijo mayor. En la charla con la profesora por el final de curso, hemos constatado los avances que ha hecho, cómo ha vencido su timidez inicial para integrarse plenamente en el grupo. De los llantos del primer trimestre hemos pasado a que todas las mañanas se levanta queriendo ir al cole para ver a las profes y a sus amiguitos. También ha evolucionado la relación con su hermano, y, aunque aún vivimos episodios de celos y rabietas, cada vez son menos. Eso por no hablar de todo lo que ha crecido y aprendido.

También es verdad que me ha pasado factura todo ese trajín, de consulta en consulta, pruebas, escáneres, análisis, rehabilitación dos veces a la semana, estimulación una vez, el cole, las tareas cotidianas de cuidados de niños y de la casa, los virus invernales, la tesis (mi pobre tesis, que va a tirones), el blog y la falta de sueño, porque los niños han empezado a dormir fatal. Será el calor, supongo, pero tardan mucho en dormirse, se despiertan varias veces por la noche, huyen de las siestas y, como están cansados, también están más irritables y llorosos. El caso es que estoy agotada. Necesito las vacaciones y creo que no soy la única. De mi marido ya ni hablo, que hace semanas que lleva la cuenta atrás para darse ánimos.

Así que me voy de vacaciones unas semanitas y me tomo vacaciones también del blog. No dejo post programados ni nada de eso. Cierro durante unas semanas y, si consigo conexión a internet y tengo ganas, lo mismo me paso algún día esporádico. Repartiré las próximas semanas entre el campo y la playa, así que tendremos un poco de todo. Os veo a la vuelta.
 
¡Feliz verano!
 


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