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¡Mío!: La posesividad infantil

"¡Es mío, sólo mío!". Ésta es una frase habitual que se escucha en las casas con niños entre 2 y 4 años. En la mía, desde luego, es muy frecuente. Las palabras pueden ir acompañadas de rabietas, llantos, negativas rotundas a prestar un objeto o a compartir a su madre e incluso ciertas reacciones agresivas si alguien intenta arrebatarles determinado juguete. ¿Son nuestros hijos unos egoístas? ¿Tienes un exacerbado sentido de la posesión? Nada de eso: es algo normal, que forma parte de su desarrollo.

Fuente: Morguefile

En primer lugar, debemos saber que este sentido de la propiedad de los niños está fuertemente ligado a su etapa egocentrista. Decimos que una persona es egocéntrica cuando sólo piensa en sí mismo, se considera el centro de atención general y es incapaz de ponerse en la piel ajena. En el caso de los niños, hay una etapa evolutiva en el que se produce este fenómeno. Aún no han aprendido a empatizar y todo gira en torno a ellos. Para el psicólogo suizo Jean Piaget (1896-1980), célebre por sus estudios sobre la infancia, el egocentrismo es el estado natural de los niños pequeños, ya que son incapaces de entender que haya personas con perspectivas diferentes de las suyas. Sólo entienden el mundo desde su propio punto de vista. Eso no significa que no sientan pena si ven sufrir a otra persona o que no quieran jugar con otros niños. Pero, por lo general, esperan que los demás hagan lo que ellos quieren. ¿Son mandones e individualistas? No, simplemente es que no entienden que los demás tengan otra opinión o deseen hacer algo diferente. Con el tiempo, su propio desarrollo cognitivo le permitirá entender que no todo gira en torno a su persona, que hay situaciones que se escapan a su control, que el resto de las personas tienen ideas, opiniones y sentimientos diferentes de los suyos.

Esta etapa egocentrista se proyecta sobre los objetos y las personas. Los niños pequeños entienden que todo (y todos) está (estamos) a su disposición. Tienen un fuerte sentido de la propiedad y se niegan a compartir sus cosas con los demás. ¿Qué podemos hacer? En primer lugar, entender que es una fase pasajera y que no podemos exigir a los niños algo para lo que no están aún preparados. No es que no quieran hacerlo, es que aún no pueden. Eso no significa que no podamos hacer nada. Para fomentar su desarrollo, podemos evitar darles todo lo que pidan, enseñarles a ser agradecidos y favorecer valores como la generosidad, todo ello desde la instrucción amable y el propio ejemplo, no desde la exigencia. Se trata de ir inculcando una serie de valores que el niño irá asumiendo como propios a medida que su propio desarrollo le permita ir haciéndolo.

Os dejo algunas pautas que podemos seguir para favorecer la transmisión de estos valores:

  • Establecer turnos para jugar con el objeto que provoca la disputa. A veces los padres creemos que enseñarles a compartir es obligarle a ceder a otro niño un juguete. De esta forma, el niño siente que se queda sin ese objeto con el que desea jugar y ésa es una experiencia muy frustrante. Organizar turnos permite que el niño comparta el juguete, pero también que disfrute de él. Por supuesto, hay que explicar bien las reglas para que entienda la actividad.

  • Incentivar los juegos en grupo. Los niños pequeños tienden al juego individual. A principios de curso, la profesora de mi hijo me explicó que a estas edades los niños suelen jugar solos. Aunque los veamos sentados en grupo y parezca que juegan juntos, en realidad cada uno está ocupado en su propio juego. Poco a poco irán socializando entre ellos y aprenderán a jugar juntos. Para ello, es muy positivo animarles a practicar juegos conjuntos, lo que, a menudo, implica utilizar entre varios un mismo objeto, como puede ser una pelota. De esta forma, podrán relacionar el hecho de compartir con algo divertido y no verlo como una obligación.

  • Respetar cuando no quiera compartir. No se debe obligar a compartir, pues lo único que conseguiremos es generar una sensación de frustración. Pero, además, hay situaciones en que el niño tendrá razón. ¿Nosotros, los adultos, compartimos absolutamente todo lo que tenemos o hay algunas cosas que son sólo para nuestro uso? Pues el peluche favorito de nuestro hijo, ese que lleva a todas partes, junto al que duerme, que le acompaña en los viajes... ese compañero inseparable, puede que sea demasiado doloroso compartirlo. Y debemos respetarlo.

  • Diferenciar entre los objetos propios y los comunes o los de otras personas. Con frecuencia, los niños pequeños entienden que todo es suyo. To-do. Su posesividad alcanza no sólo sus juguetes sino también el televisor del salón, el tobogán del parque o la cocinita de su hermana. Explicarle (con cariño) que el televisor es un objeto que comparte toda la familia o que el tobogán es para que lo usen todos los niños del parque (y, por lo tanto, él no puede prestarlo, porque no es suyo, sólo puede utilizarlo un rato) y que no puede disponer a su antojo de la cocinita de su hermana es una buena forma de ir mostrándoselo.

  • Evitar la sensación de pérdida. Por regla general, los niños pequeños son muy sensibles a la pérdida de sus posesiones. ¿Qué sucede si en el parque le presta a otro niño uno de sus juguetes, éste se lo lleva y ya no lo volvemos a ver? Que nuestro hijo pensará que si presta las cosas, se las quitarán y, claro, será reacio a dejar a otros sus preciadas posesiones. Por eso es bueno que los padres procuremos recuperar los juguetes de nuestro hijo antes de volver a casa. De esa forma, el niño entenderá que puede dejar sus juguetes y que no pasa nada, porque después volverá a tenerlos para él.

  • Dar ejemplo. Los niños no aprenden de los sermones ni de las críticas. Aprenden por observación y por imitación. Por eso, nuestras propias actitudes son clave en la enseñanza de valores. Conviene verbalizar nuestros actos, para reforzar el concepto ("una chuche para ti, otra para mí").

Con este post participo en la iniciativa Pupiletras Maternal, organizada por el blog Mamá&Nené a través de la comunidad de Google + Maternidad de la A a la Z. La anfitriona de este mes es el blog Cuando Eli, que ha escogido la letra M. Si quieres saber más sobre esta iniciativa, pincha aquí.



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